Siete
como arrojadas en un océano de nada
Siempre que te vas
puedo leer en tus labios
lo que aún no te he dicho,
lo que tu corazón espera oír,
para dejarse llevar por la calidez del momento
Constantemente buscas en mí
algo que ya te dieron (algo anciano y trasnochado)
Yo, sin embargo, sólo me dejo arrastrar
por la turbulencia de esos minutos
que creo sueños,
y luego plasmo en realidades
Tú y yo somos tan distintos
que, a veces, tras besar las yemas de nuestros dedos
-alejadas en los polos-
nos dejamos mecer en un mar de dudas cadavéricas
No somos mas que virutas de sueños
perdidas en un desierto,
en el que reinventamos el verbo amar
transformándolo en músculo y pellejo
Aún así
cuando te tengo,
cuando te amo,
cuando hemos conseguido construir
nuestro pequeño espacio en el mundo,
-alejado de voces extrañas-
aún así,
sigo dejando caer palabras sobre tus senos
que al rozarte se convierten en un océano de nada.