27 octubre, 2006

Evidencias de la Tragicomedia

Debido a lo extenso de la trilogía denominada Tragicomedia en Granada, el maldito programa este (blogger) no me dejaba publicar fotografías. Por lo que aquí dejo constancia de lo lamentable de la situación que mtem y yo "disfrutamos" en Granada.


En la primera fotografía aparece mtem intentando reponerse.

La segunda fotografía es, por supuesto, la sopa propia que tomaban las gentes tras el fin de la Guerra Civil española.

La tercera y última fotografía está hecha en movimiento y pertenece al viaje de vuelta en coche.

Tragicomedia en Granada ( III y Fin)

Viene de Tragicomedia en Granada II

Nos atiende una doctora joven, recién licenciada creo yo. Le pregunta a mtem sobre su dolencia y qué es lo que ha comido en los últimos días. La hace tumbarse en la camilla y comienza a examinarla. Nuevamente le preguntan si es posible que esté embarazada. Mtem me mira a mí y se ríe tímidamente.
- No- vuelve a decir mtem. La doctora le dice que van a hacerle unos análisis y una radiografía, y que después de eso van a pincharle suero y tendrá que esperar a que salgan los resultados. Yo, nada más oír lo de los pinchazos (soy anti-agujas total) le digo a mtem que voy a ausentarme unos minutos, que estoy muerto de hambre y que voy a buscar algún bar por ahí, pero que en seguida vuelvo.
- Vale cariño, no te preocupes -me dice ella. Me ausento y me decido a buscar un bar donde me den algo de comer. Intento fallido, no hay bares en los alrededores, sólo confiterías. Está bien -me digo a mí mismo-, voy a una confitería y me como una empanadilla con una croca-clola. Mala elección, la peor empanadilla que he comido en mi vida ha sido esa. Insípida, fría, poco rellena... Una no-empanadilla. Fue una situación bastante patética: yo solo en la confitería, deglutiendo rápidamente mi empanadilla y bebiéndome a grandes tragos mi croca-clola, con el camarero observándome, esperando a que le diera conversación. Patético.
Regreso al hospital. No veo a mtem en la sala de espera, la consulta donde estaba está ocupada por otro paciente... me pongo nervioso, asi que toco la puerta de la consulta y le pregunto a la doctora qué ha sido de mtem. Es posible que le esten haciendo la radiografía - me dice, simpática. Espero cinco minutos y aparece mtem en su silla de ruedas, con su suero (doble) inyectado en vena. Fue una imagen dura, pero muy tierna. Me sentí necesario, tenía que ayudarla a pasar ese mal trago de la mejor forma posible.
-¿Qué te han dicho? -le pregunto.
- Que tenemos que esperar a que salgan los resultados -me dice ella-, me han vuelto a preguntar que si estaba embarazada. Yo, directamente, me eché a reír (mejor reír que llorar) y le dije que como al final de todo esto fuéramos papás tendríamos que ponerle Cecilio/a, como homenaje a toda esta gente que nos veían con ganas de traer al mundo un retoño.
Pues esperamos y esperamos y esperamos... hasta las 18:30. Una espera insoportable, nuevamente cargada de llantos y algunas risas. Mtem es increíble, fuerte como una roca (aunque a veces se le escapaba una lagrimilla que partía el alma a quien la viera) e irónica en todo momento. Por fin salió la doctora y nos dijo que pasáramos a su consulta. Allí nos dijo que los análisis estaban bien (pero que salía un poco de infección, que era normal) y en la radiografía no se apreciaba nada. Le dio a mtem la respectiva receta para que pasáramos por la farmacia y le indicó, expresamente, que solamente podía beber suero o aquarius.
De modo que nuestra estancia en el hospital había terminado. Le quitaron la via y la silla de ruedas a mtem y nos fuimos, despidiéndonos de todos los que nos habían atendido. Es curioso, pero con tanto tiempo allí metidos ya parecían de nuestra familia (o, más bien, nosotros de la suya) y les habíamos cogido un poco de cariño a todos esos enfermeros que constantemente se paseaban por allí.
Así pues, nos encaminamos hacia el hostal, dando un paseo y aprovechando que mtem iba prácticamente drogada. Paramos unos minutos en un bar para que mtem se tomara un aquarius. Esa fue la única visita que hicimos a los bares de tapas de Granada.
Llegamos al hostal y, por supuesto, nos echamos en la cama. Estábamos reventados y nos pusimos a dormir hasta el día siguiente (que yo recuerde ha sido la vez que más pronto me he acostado en mi vida: 21:15). El día siguiente prometía.Mtem se despertó antes que yo (a eso de las 9) y no tardó mucho en impacientarse y empezar a menearse para que yo me despertara. Al final lo consiguió. Aparentaba estar bien, pero solo era eso: una apariencia. Desayuné algo de lo que habíamos comprado en el Maradona de turno, y mtem se tomó mas aquarius. Insistió en que nos fuéramos rápidamente a ver la ciudad y me dijo que se encontraba perfectamente, que ella creía que para cuando llegara la noche ya iba a estar genial e iba a poder comer de todo (pobre ingenua pensé yo).
Dimos un paseo por la alcaicería, y nos sentamos a tomar una caña (aquarius en el caso de la enferma) en un jardín de por allí. Cinco euros de caña, por cierto. Ahí fue cuando de verdad, nos dimos cuenta de que nuestro viaje en Graná había terminado desde el mismo momento en que recogí a mtem en su casa. Mtem empezó a encontrarse mal nuevamente, asi que decidimos ir al hostal para echarnos un rato.
Una hora después le pregunté a mtem si le apetecía ir a tomar algo (algo=aquarius), porque yo tenía un poco de hambre. Me dijo que sí, asi que fuimos a un restaurante que habíamos localizado anteriormente cerca de nuestro hostal. Pedimos la carta, conscientes de que el único que podía comer sólido era yo. Al final nuestra elección fue sencilla, pero errónea: una sopa (para mtem) y unos tacos de solomillo de cerdo con su guarnición para mí. Hasta ahí, todo bien. Sólo que la sopa, parecía la típica que se tomaría mi abuela al poco de acabar la guerra civil (con tropezones de forma incierta y sabor extraño). El cerdo, en cambio, sí tenía forma definida; lástima que estuviera frío y la verdura cruda. En fin, no se podía esperar otra cosa, dada nuestra suerte para este viaje. Tras todo esto, resolvimos emprender el viaje de vuelta a casa (adorado hogar...) y explicar -quitando hierro al asunto para que nadie se asustara- cuál era el motivo de nuestra repentina vuelta.

* Nota: Si has leído esto es que eres un valiente. De corazón te lo agradezco, porque he soltado un rollo impresionante para acabar diciendo tres bobadas que, seguramente, ni te interesen.

24 octubre, 2006

Tragicomedia en Granada ( II )

Advertencia antes de comenzar a apedrear tu cerebro con esta retahíla interminable de palabras nacidas de mi mente: Si no has leido Tragicomedia en Granada ( I ), no sigas leyendo... Fin de la Advertencia.
Entramos en una especie de jardín acuartelado, y lo primero que se cruza en nuestro camino es un gato negro, tan negro como Eto'o. Intentamos buscar alguna puerta de entrada o algún resto de ser vivo (humano, claro), que nos conduzca hacia algo que se parezca a un enfermero. Y, efectivamente, lo encontramos (aunque no era precisamente un enfermero, eran voluntarios de Cruz Roja).
- Hola -digo yo-
- Hola -me contestan ellos-. Bien! La comunicación ha triunfado una vez más!
- ¿Qué te pasa? -pregunta una chica dirigiéndose a mtem-. Mtem por supuesto contó su historia.
- Pues nosotros lo único que podemos hacer - dice la chica de Cruz Roja- es llamar a una ambulancia y que te lleven al hospital San Cecilio. De todos modos, vamos a hacerte un reconocimiento previo. En ese momento, ví cambiar el gesto de mtem, se le vino el mundo encima. Me la imaginaba autopreguntándose: ¿Un hospital? ¿San Cecilio? ¿Ambulancia?. Pero sí, la ambulancia ya estaba de camino y, por consiguiente, todo lo demás.
A todo esto yo ya estaba imaginándome en la ambulancia: con las luces, el sonido (siempre desagradable) de la sirena, la cabina llena de chismes sanitarios, los Señores Ambulancieros... Mientras a mtem seguían haciéndole preguntas y auscultándola. La pregunta que más gracia nos hizo a los dos fue la de que si estaba embarazada (pregunta con la que posteriormente la acribillarían en urgencias).
El reconocimiento concluyó de manera positiva. Seguramente sea una infección y tendrán que hacerte unos análisis -dijo la voluntaria. Al momento entraron en la sala dos médicos de la Cruz Roja, y nos dijeron que los acompañáramos a la ambulancia. Yo, para evitar tener que mover el coche y perderme en el país de la tapa, pregunté si podía ir con ellos. Afirmativo - me dijeron.
Pues ya estábamos todos en la ambulancia, camino del San Cecilio. A mtem la montaron atrás para hacerle otro reconocimiento, y a mí delante.
Comienzo del show (más o menos las 14:30): mtem -como hemos dicho- atrás, yo delante, con el conductor de la ambulancia, andaluz cerrado, de pura cepa. La ambulancia sonaba de cuando en cuando. El conductor me miraba e intentaba mantener una conversación normal conmigo. A mí, la verdad, me empezaba a entrar también canguelo, no sé porque pero era la primera vez que montaba en ambulancia y no me daba muy buen rollo. A pesar de todo, intentaba aparentar que no me afectaba, que era todo un macho (absurda actitud, pero era así).
- ¿De donde sois? -me pregunta con su acento andaluz.
- De Macondo -le digo yo.
-Pues que mala suerte, venir pa cá y tener que ir al hospital- me contesta.
-Pues sí, pero es lo que hay. Ella estaba ya mal cuando hemos salido de alli, pero no sabíamos que era tan serio. -le repongo. ¿Podrías indicarme por donde vamos pasando? Es que luego, si mtem no está muy mal, me gustaría volver al hostal andando.
-Esto es la Avenida de los Reyes Católicos y esto otro... -y así fue indicándome todo el camino, mientras a mtem, según me dijo después volvían a preguntarle, entre otras cosas, sobre su posible embarazo.
- Bache y rampa!- grita el conductor. Eso significaba que ya habíamos llegado, y lo decía para que sus compañeros de la cabina trasera no se dieran un hostión (aunque según me dijeron más tarde, estos percances en la ambulancia son bastante frecuentes).
Me hicieron rellenar unas cosillas burocráticas e inmediatamente nos pasaron a una consultilla donde otra celadora nos volvía a preguntar los mismos datos (creo recordar que dimos los mismos datos hasta cuatro veces en esa mañana), tras eso pa fuera y a esperar nuestro turno.
Hora y media de espera calculé. Pero hora y media que dió para mucho. Encontramos alli, todo tipo de fauna y flora: una indigente malhumorada que no paraba de menearse y reclamar atención, una especie de neohippie andaluza que intentaba enseñarle hablar español a una inglesa, un deportista con una herida en carne viva en la pierna que me dolía hasta a mí, un chico que se quejaba de lo mismo que mtem y que cuando lo llamaron lo celebró como si hubiera marcado el gol de su vida... Todo un espectáculo.
- Mtem, consulta 11 -dice una voz que se atisbaba desagradable desde el altavoz.
Tras un poco de llanto y otro poco de risas (hasta en los peores momentos mtem me sorprende) por fin ibamos a entrar...

19 octubre, 2006

Dos

Estamos peligrosamente solos sobre esta superficie tibia y verde.
Prueba a no comer durante algunos días las sabrosas frutas del bosque.
Prueba a arropar los sueños con adoradas mantas de hierba y tierra.
Estamos tan solos como perros moribundos,
como estrellas en el firmamento de un Dios desconocido.
No es la música lo que escuchamos
son acordes sueltos con un sentido rítmico
que nuestro ensayado cerebro traduce en melodías significativas.
Estamos tan sumamente acostumbrados a nosotros mismos que nos llegamos a odiar.
Odio al prójimo y al del más allá.
Bautizados con el agua que nace de ríos de fracaso y la sabiduría parcial. Lo que nos lleva a convertirnos en seres totalmente prescindibles, como es prescindible una porción de cielo azul y limpio.

17 octubre, 2006

Tragicomedia en Granada ( I )

Es fácil. Tienes un puente, dinero, novia: el plan sale solo. Ir a Granada. Pilla cerca de Macondo, asi que, porque iba a salir mal, ¿eh?, ¿por qué?. Pues porque a veces, las cosas salen mal. Eso es así, no hay que darle más vueltas. Son las reglas del juego.

El caso es que el 12 de octubre mtem y yo decidos embarcarnos rumbo a Graná (la reserva estaba hecha desde hace un mes en un hostal muy céntrico), muy ilusionados y convencidos de que regresaríamos del país de la tapa con unos kilitos de más... Y no fueron kilitos de más, sino kilitos de menos.

Mtem me sorprendió nada más entrar en el coche. Su cara no era la de costumbre, la conozco.
- ¿Qué te pasa? - le pregunté interesado
- Estoy con diarrea y vómitos -me dice ella. Y con una cara propia de un cuadro expresionista -pienso yo-.

Bueno, una diarrea y vómitos no son motivo suficiente como para frenar nuestra escapada, ¿o si?. Con el tiempo (y cuando volvimos precipitadamente de Granada) me di cuenta de que sí es motivo suficiente. Pero eso ya es otra historia. Que levante la mano el que sea primo de Ramon y Cajal.

Alrededor de las 13:00 nos plantamos en nuestro hostal, después de que mtem -eso sí- hubiera dejado una serie de recuerdos (para no perdernos a la vuelta, especifiqué yo) un tanto viscosillos y de color incierto.

- ¿Qué tal si vamos a Urgencias para que te vea un médico? -le pregunto cariñosamente.
- Déjame ahora, solo tengo ganas de descansar. Más tarde, más tarde -me responde casi cabreada.

- Está bien, te dejo en paz durante 15 minutos - le digo, por mis jüevos.

Transcurridos esos quince minutos de cortesía, decido unánimemente llevar a mtem a algún lugar donde nos den una respuesta a nuestro querido enigma. Pero, claro está, el 12 de Octubre Día de la Hispanidad todo estaba cerrado, además de que eramos unos extranjeros en el desconocido país de la tapa. Por eso, tras dar unos cuantos rodeos acertamos a encontrar un edificio con una crucecita roja pintada en la puerta...

03 octubre, 2006

Sentimientos encontrados


Tener un blog es como tener una novia: estás pensando constantemente en él, pero siempre hay algo que te impide dárselo todo al 100%. Eso es lo que me viene pasando estos últimos días a mí.
Digamos que estoy acumulando experiencia en el trabajo burocrático. Sí, es cierto que odio esa maldita burocracia, pero no es menos cierto que adoro (como todo ser humano) gastar el escaso dinero que ese trabajo burocrático me produce.
En fin, que ando un tanto liado y no he podido actualizar a mi criatura.
Pero a lo que realmente iba es que el jueves por la noche acerté a encontrar, entre los millones de canales que tengo en OhNO!, una buena película: La lista de Schindler. La película es de sobra conocida y no merece la pena argumentar su argumento... (astuto juego de palabrejas astutas).
La ves y se te queda un sabor seco en la garganta: no sabes si de odio hacia el pueblo alemán, de compasión por el publo judío, de alegría por conocer a Oscar Schindler o todo junto... Una película que no te puede dejar indiferente: que te absorbe, que te corroe las entrañas, que aspira tu seso hasta convertirlo en una idea política (o propagandística). El desenlace es, sencillamente, brutal. Seguro que ya la habeis visto: volverla a ver.
En contrapartida, el domingo buceando nuevamente en OhNO! (ese gran desconocido) encontré una producción israelí-norteamericana que llevaba por título Promises. Quizá no os suene, quizá sí. Yo, la verdad, era la primera vez que sabía de su existencia. Promises es otra película(más bien documental) cuyos actores principales son los judíos. Judíos buenos, judíos malos, judíos ricos y judíos pobres. Y también palestinos. Palestinos feos, palestinos pobres, palestinos muertos y palestinos que viven en lo que bien podían llamarse guetos. El caso es que viendo el documental es inevitable la comparación -odiosa, claro está- entre el sometimiento que afectó a los judíos y el que afecta actualmente al pueblo palestino. Y en ambos casos está tristemente inmerso el ciudadano hebreo.
Pero bueno, en fin (que diría Andrew Montes) que se me encuentran los sentimientos y se incendian mis ideas.